Rotunda victoria de Obama
Por Rodrigo Montoya Rojas
Desde San Diego, California. Barack Hussein Obama, hijo de un africano de Kenia y de una madre blanca de Hawai, será el primer presidente norteamericano negro.
Es una gran sorpresa si se tiene en cuenta que los negros representan solo el 17 % de la población del país. Después de una larga tradición de esclavitud y de racismo, parece que EEUU despierta como un nuevo país, y ofrece un ejemplo a seguir. Cito las palabras de una mujer negra –Iris Hill, de 27 años– que en California dijo: "Es excelente tener un ejemplo a seguir para los hijos afronorteamericanos: alguien que es más que una figura del deporte o un músico de rap". En la larga y sostenida lucha contra el racismo la victoria de Obama es un extraordinario paso adelante. Ojalá que los perdedores duros lo dejen vivir.
A lo largo de su campaña Obama anunció el cambio como su mayor consigna de movilización y, en los hechos, produjo uno, muy importante: rechazó el apoyo económico de las empresas y consiguió más de seiscientos millones de dólares de pequeños donantes con menos de treinta dólares por persona. Parece que el Partido Demócrata nunca hizo algo parecido y la propia Hillary Clinton habría perdido con Obama, cuando compitieron por la nominación del partido, entre otras varias razones por haber recibido dinero de las grandes empresas farmacéuticas. Su rival, el republicano MacCain, no consiguió de las empresas tanto dinero.
Obama de solo 47 años y con una muy corta carrera política de senador, tuvo el carisma suficiente para atraer a los jóvenes y convocarlos a una campana imaginativa de boca a boca cuyo resultado es una victoria rotunda que abre un nuevo periodo político en el que el Partido Demócrata tendrá una amplia mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes. Parece que después de mucho tiempo aparece una figura comparable con la de John Kennedy. Me llamó mucho la atención el voto masivo multiétnico en favor de Obama, así como la alegría y el entusiasmo de miles de jóvenes estudiantes de la Universidad de California, San Diego. Ver a gente blanca llorando para festejar la victoria de Obama, es también un hecho político de primer orden.
McCain, el candidato republicano perdedor, apeló al miedo, presentando a Obama como un demonio marxista, comunista y socialista. Pero aquí, en EEUU, el miedo no se impuso como en Lima, donde decenas de millares de personas votaron "tapándose la nariz" por Alan García, por miedo al cuco Ollanta Humala. Hubo también, seguramente, un voto de castigo a George Bush por su gobierno en favor de las grandes empresas, por las guerras que sigue perdiendo y por la tremenda crisis que el capitalismo no había conocido desde hace mucho tiempo.
Si la crisis profunda del modo de producción capitalista lo permite, tal vez Obama emprenda importantes reformas que prometió, como el seguro social para todos, por ejemplo. Como en el póker, paguemos por ver.
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