Compañeros y Amigos
Ahí les envío un par de textos sobre la crisis del capitalismo. Si, así como lo escuchan, CRISIS con MAYÚSCULAS de este modelo de vida y de sociedad-mundo, hasta hace poco indiscutible. En medio de la bancarrota ideológica y ética del capitalismo se hace visible la absoluta incoherencia de uno de sus dogmas más básicos: “los mercados se regulan solos” (la famosa y cínica mano invisible). Nunca fue así. La famosa mano invisible era la coartada para que el capital pudiera actuar con voracidad y con angurria sin ningún control social y con total impunidad. Hoy más que nunca la frase de Bertolt Brecht, suena más vigente cuando en su maravillosa “Opera de los 03 centavos” se preguntaba: ¿quién es más ladrón, quien roba un banco o quien lo funda?. Los bancos se hallan en la cúspide del actual orden económico y social mundial. La naturaleza de su crisis es muy reveladora de la lógica con la que actúa el sistema. Como ahora se repite mucho: “las ganancias se privatizan, las perdidas se socializan”.
Samuelson y Stiglitz, ambos premio nobel de economía, y el segundo crítico del neoliberalismo, coinciden en expresar que: “la actual crisis económica es para el capitalismo lo que fue la caída del muro de Berlín para el socialismo”. Las consecuencias de este colapso económico y social serán, según la gran mayoría de proyecciones, significativas y en algunos casos dramáticas. Aquí en el Perú, el origen e impacto de esta crisis ni siquiera se discuten en profundidad. Lo que vemos es la “magalización” de la noticia y una desenfrenada carrera de destrucción-construcción de pistas para el evento bobo de la APEC.
Nos preguntamos, entre otras muchas cosas:
a) ¿Quien puede creer que en el contexto de una economía mundial en gravísima recesión, se abrirá un carnaval de oportunidades para un país dirigido por una clase empresarial y política incapaz de tener una propuesta consistente y propia de mejora del país?
b) ¿Creen ustedes que existen oportunidades de mejorar nuestro país si seguimos conducidos por una clase política y empresarial atrapada por el facilismo del modelo primario exportador basado en la depredación de la naturaleza y el cholo barato?,
c) ¿Creen ustedes que alguien en Europa y EEUU tiene ahora en su agenda darle importancia real a los TLC con el Perú o con Colombia?, y si así fuera, ¿bajo qué condiciones?, ¿se trata acaso de las condiciones abusivas que ofrece China en su TLC con el Perú?.
d) ¿Quiénes pagaran los platos rotos de la crisis en el Perú y en mundo?.
Vale la pena al menos revisar los conceptos básicos y las previsiones de tendencias con la que muchos actúan en las esferas de la sociedad civil, el estado y el mercado. Lo peor que podría pasar es que asumir que aquí no pasó nada. Aunque los artículos que van a continuación, pueden sugerirlo, habría que sospechar que mera “vuelta al estado”, también sería una trampa. Finalmente, vale la pena ensayar esta provocación: ¿Mas allá del estado y del mercado existe un campo de construcción alternativo de la vida?
Seguimos en contacto
Saludos y Abrazos
JUAN CARLOS GILES
¿”Nuevo capitalismo”? ¡No! Manifiesto firmado por Federico Mayor Zaragoza, José Saramago, etc
¿”Nuevo capitalismo”? ¡No!
sábado 1 de noviembre de 2008
Ha llegado el momento del cambio a escala pública e individual. Ha llegado el momento de la justicia.
Firman este manifiesto el Comité de apoyo a ATTAC: Federico Mayor Zaragoza, José Saramago, José Vidal Beneyto, Mario Soares, Roberto Savio y Francisco Altemir
La crisis financiera esta de nuevo aquí destrozando nuestras economías, golpeando nuestras vidas. En la última década sus sacudidas han sido cada vez más frecuentes y dramáticas. Asia Oriental, Argentina, Turquía, Brasil, Rusia, la hecatombe de la Nueva Economía, prueban que no se trata de accidentes fortuitos de coyuntura que transcurren en la superficie de la vida económica, sino que están inscritos en el corazón mismo del sistema.
Esas rupturas que han acabado produciendo una funesta contracción de la vida económica actual, con el aumento del desempleo y la generalización de la desigualdad, señalan la quiebra del capitalismo financiero y significan la definitiva anquilosis del orden económico mundial en que vivimos. Hay pues que transformarlo radicalmente.
En la entrevista con el Presidente Bush, Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea, ha declarado que la presente crisis debe conducir a “un nuevo orden económico mundial”, lo que es aceptable, si éste nuevo orden se orienta por los principios democráticos -que nunca debieron abandonarse - de la justicia, libertad, igualdad y solidaridad.
Las “leyes del mercado” han conducido a una situación caótica que ha requerido un “rescate” de miles de millones de dólares, de tal modo que, como se ha resumido acertadamente, “se han privatizado las ganancias y se han socializado las pérdidas”. Han encontrado ayuda para los culpables y no para las víctimas. Es una ocasión histórica única para redefinir el sistema económico mundial en favor de la justicia social.
No había dinero para los fondos del Sida, ni de la alimentación mundial… y ahora ha resultado que, en un auténtico torrente financiero, sí que había fondos para no acabar de hundirse los mismos que, favoreciendo excesivamente las burbujas informáticas y de la construcción, han hundido el andamiaje económico mundial de la “globalización”.
Por eso es totalmente desacertado que el Presidente Sarkozy haya hablado de realizar todos estos esfuerzos con cargo a los contribuyentes “para un nuevo capitalismo”… y que el Presidente Bush, como era de esperar en él, haya añadido que debe salvaguardarse “la libertad de mercado” (¡sin que desaparezcan los subsidios agrícolas!)…
No: ahora debemos ser “rescatados” los ciudadanos, favoreciendo con rapidez y valentía la transición desde una economía de guerra a una economía de desarrollo global, en que esa vergüenza colectiva de inversión en armas de 3 mil millones de dólares al día, al tiempo que mueren de hambre más de 60 mil personas, sea superada. Una economía de desarrollo que elimine la abusiva explotación de los recursos naturales que tiene lugar en la actualidad (petróleo, gas, minerales, coltán…) y se apliquen normas vigiladas por unas Naciones Unidas refundadas -que incluyan al fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial “para la reconstrucció n y el desarrollo” y a la Organización Mundial del Comercio, que no sea un club privado de naciones, sino una institución de la ONU- que dispongan de los medios personales, humanos y técnicos necesarios para ejercer su autoridad jurídica y ética eficazmente.
Inversiones en energías renovables, en la producción de alimentos (agricultura y acuicultura) , en la obtención y conducción de agua, en salud, educación, vivienda,… para que el “nuevo orden económico” sea, por fin, democrático y beneficie a la gente. ¡El engaño de la globalización y de la economía de mercado debe terminarse! La sociedad civil ya no será espectador resignado y, si es preciso, pondrá de manifiesto todo el poder ciudadano que hoy, con las modernas tecnologías de la comunicación, posee.
¿”Nuevo capitalismo”? ¡No!
Ha llegado el momento del cambio a escala pública e individual. Ha llegado el momento de la justicia.
Fuente: ATTAC-España
La crisis del siglo por Ignacio Ramonet
EL FIN DE UNA ERA DEL CAPITALISMO FINANCIERO
Por Ignacio Ramonet (*) Ojo : los resaltados no son míos (JC)
Los terremotos que sacudieron las Bolsas durante el pasado «septiembre negro» han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado.
El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paul Samuelson, premio Nobel de economía : «Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la URSS fue para el comunismo.» Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: «El Estado no es la solución, es el problema.» Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos.
Se equivocaron.
La «edad de oro» de Wall Street se acabó. Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, «amos del universo» denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1987). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo. Por la búsqueda de beneficios exorbitantes.
Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas en corto abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho fácil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.
La globalización condujo la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial. La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el montante de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca «burbuja» reventó.. El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200 mil millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.
Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody's, Fitch) y hasta las auditorías contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).
El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las «hipotecas basura» era sabido de todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado –en estas columnas – desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.
La administración del Presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañia de seguros del mundo. Y el Secretario del Tesoro, Henry Paulson (expresidente de la banca Goldman Sachs…) ha propuesto un plan de rescate de las acciones «tóxicas» procedentes de las «hipotecas basura» (subprime) por un valor de unos 500 mil millones de euros, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.
Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica- demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aún más.
Las autoridades norteamericanas acuden al rescate de los «banksters» («banquero gangster») a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el Presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un costo de 4 mil millones de euros. Lo consideró un gasto inutil. Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.
Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen «plan B» para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.
¿Cuanto durará la crisis? «Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme.» vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo «New Deal» basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods.
La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.
Nota 1) Financial Times, Londres, 23 de septiembre de 2008
(*) Ignacio Ramonet es periodista y fundador de ATTAC
MOVIMIENTO MACROREGIONAL DEL CUSCO
PROYECTO PUEBLO
Construyendo una alternativa desde el pueblo
PROYECTO PUEBLO
Construyendo una alternativa desde el pueblo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario