Perú: Solidaridad con la protesta indígena amazónica
Por Marco Huaco*
Todos/as los/as peruanos/as solemos rasgarnos las vestiduras al estudiar nuestra historia nacional, especialmente la concerniente a la conquista española del mundo indígena precolombino. De hecho, al repasar los episodios de aquel holocausto nos sentimos tan indignados/as contra el genocidio y el saqueo que significaron que nos decimos que si hubiéramos podido vivir en esa época y hacer cualquier cosa por enfrentarla o evitarla, la hubiéramos hecho.
Sin embargo, a pesar de lo bien intencionada que sea esta posición, supone que no existe cosa alguna por hacer en el hoy, en el presente, lo cual es algo completamente equivocado y consecuencia de una educación racista o etnocéntrica en la que se invisibiliza al indígena o se le rebaja a la condición de persona exótica o folklórica.
Pero ante nuestras propias narices, y ya en pleno siglo XXI, el saqueo y agresión coloniales contra los pueblos indígenas continúan lo mismo, sólo que ahora practicadas por las élites políticas mestizas y justificada por el resto de la sociedad bajo conceptos de “desarrollo” que en realidad los agreden. Entonces sí, sí que todavía podemos saldar cuentas con la historia, buscar superarla ahora.
Desde el 09 de abril se ha declarado por segunda vez en el Perú una protesta de los pueblos indígenas amazónicos de significativa envergadura. Es muy probable que no percibamos el fuerte significado e intensidad de esta protesta -ni la firmeza de su resolución- porque no conocemos el enorme esfuerzo y sacrificio que reporta a los indígenas amazónicos el movilizarse en defensa de sus derechos: a diferencia de las protestas urbanas en los que sus participantes se movilizan y luego van a casa, la movilización amazónica puede suponer el traslado de amplios contingentes humanos que se transportan por ríos y que luego emprenden larguísimas caminatas de horas a fin de llegar a centros poblados desde los cuales hacer sentir su presencia y voz de protesta.
Eso les cuesta alejarse drásticamente de sus comunidades, dormir en calles y plazas, alimentarse con sus propios recursos o con apoyo solidario de la población citadina y gastar mucho dinero -que no les sobra- en este empeño, todo ello bajo una sólida organización y disciplina colectivas. Todo este sacrificio no se hace en vano. El experimentar esta realidad motiva sus divertidas risas, burlas y sarcasmos cuando escuchan que el Gobierno y sus periodistas sirvientes difunden que han sido organizados, financiados y manipulados por ONG…
Antes olvidados, de pronto la economía neoliberal se acuerda de los pueblos indígenas para aprovecharse de sus recursos (gas, petróleo, minerales preciosos, bosques, fuentes hídricas, conocimientos tradicionales, etc.) y hasta para expulsarles de sus ancestrales territorios bajo el argumento de que “la patria”, “la sociedad”, “el país” los necesita más que ellos, mientras se les invita a seguir disfrutando de los beneficios del “desarrollo” desde su situación de pueblos en extrema pobreza (¿paradójicamente?, el “mapa de pobreza del Perú” demuestra que los lotes petroleros y concesiones mineras más generosas se ubican en los departamentos de más pobreza) (1).
Al servicio de ese modelo económico es que el actual gobierno aprista emitió en el 2008 una serie de decretos legislativos que sólo favorecen a las industrias extractivas y en nada consideran los derechos de los pueblos indígenas que poseen esos territorios desde antes de la fundación de la República, decretos que los indígenas buscan derogar luego de haber esperado a que los poderes públicos lo hagan por sí mismos o que al menos los reformen en armonía con el derecho internacional de los derechos humanos.
Hoy, quienes no somos indígenas, tenemos la oportunidad de desquitarnos “en algo” con esa vieja historia colonial de robo, asesinato y opresión solidarizándonos con los reclamos de los pueblos indígenas en defensa de sus territorios, de sus recursos naturales y en última instancia de sus culturas, vidas y de su continuidad generacional.
En el Perú, el colonialismo aún no ha pasado al basurero de la historia: nos toca a todos/as hacer que ello suceda.
Sobre el paro amazónico visite: www.aidesep.org.pe
Nota:
(1) Con “pobreza” nos referimos a la postergación en el goce de los derechos económicos, sociales y culturales, pues el concepto de “riqueza” y “pobreza” pueden tener otros alcances desde los referentes culturales indígenas.
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* Marco Antonio Huaco Palomino es abogado egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
MOVIMIENTO MACROREGIONAL DEL CUSCO
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Construyendo una alternativa desde el pueblo
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martes, 12 de mayo de 2009
SOLIDARIDAD CON LA PROTESTA AMAZÓNICA/ MARCO HUACO
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