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sábado, 31 de enero de 2009

BOLIVIA Y LA DEMOCRACIA

Bolivia y la democracia
Sáb, 31/01/2009 - 20:41

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Por: Alberto Adrianzén

Es bastante probable que, luego de los exitosos referendos constituyentes en Ecuador (setiembre, 2008) y en Bolivia (el 20 de enero) y de la próxima consulta popular en Venezuela (15 de febrero) para modificar cinco artículos de la Carta Magna que permitiría la reelección sin límites de los mandatos del presidente y de todos los cargos que emanan de las urnas, entremos a una nueva fase en los países andinos y por qué no decirlo en la región. Lo que se jugará ya no será solo la permanencia de estos presidentes sino también la continuación de los procesos de cambio en cada uno de estos países.

La manera cómo determinados sectores de la sociedad boliviana y también de la opinión pública internacional vienen reaccionando frente al triunfo de Evo Morales, muestra que los tiempos que se vienen no serán nada fáciles. Y si bien esta reacción no es ninguna novedad –luego del referéndum constituyente dijeron lo mismo que hoy: el triunfo de Morales divide al país–, el problema es que eso no es tan cierto y que, además, ya no hay un escenario electoral, en el corto plazo, que canalice los antagonismos en ese país.

Nadie niega que Bolivia está dividida, sin embargo lo que hay que decir es que hoy existe, más allá de gustos y colores, una mayoría política bastante consistente como se ha podido constatar en los cuatro últimos procesos electorales. Evo Morales ganó las elecciones presidenciales, en diciembre de 2005, con 1.544.374 votos (el 53.74%), en las elecciones a la Asamblea Constituyente el MAS logró 1.322.656 votos (el 50.72%), en el referéndum revocatorio la aprobación presidencial fue de 2.103.872 votos (el 67,41%), y en este último referéndum constituyente, si bien no hay resultados finales, todo indica que el Sí sobrepasará el 60% de los votos.

Evo Morales es el presidente elegido con más votos desde que la democracia volvió a Bolivia a inicios de los años 80. Morales obtuvo casi cuatro veces más votos que los logrados por Víctor Paz Estenssoro en 1985, cinco veces más que los conseguidos por Jaime Paz Zamora en 1989, tres veces más que los de Sánchez de Lozada en 1993, casi cuatro veces más que los de Hugo Banzer en 1997, y casi dos veces y media más que los de Sánchez de Lozada en su segundo mandato en el 2002. Si se sumaran las cuatro primeras votaciones que representan a su vez los triunfos del MNR, MIR y ADN, partidos en torno a los cuales giró la llamada “democracia pactada” hasta antes del triunfo del MAS el 2005, esta suma es menor (las cuatro juntas ascienden a 1.975.700 votos) a la votación conseguida por Evo Morales en el referéndum revocatorio del año pasado. No hay, pues, desde el punto de vista electoral, un presidente más legítimo en la historia de ese país. A ello hay que sumarle que esta última votación ha sido la más concurrida en toda la historia y que, por primera vez, una Constitución (Bolivia ha tenido más de 15) se somete a referéndum.

Los medios y sectores políticos conservadores han querido presentar una Bolivia dividida entre el occidente coya y el oriente camba (la famosa media luna). Eso también es discutible. Si se toma como referencia este último referéndum, como bien dice Okin Al Nasal (“Qué fastidio con los medios y la Bolivia dividida”), la división principal no es en Bolivia en general sino en los departamentos orientales, donde algunas de sus provincias votan de manera distinta: “En los cinco departamentos que votaron por el Sí, solo encontramos dos provincias que se inclinaron por la otra opción (las que albergan las ciudades de Cochabamba y Sucre). En los cuatro departamentos que apoyaron el No, hay un total de diez provincias ‘díscolas’ que sí apoyan la nueva Constitución. En Tarija, por ejemplo, aunque en el departamento se impuso el No, en cuatro de sus seis provincias refrendaron el texto constitucional”. Finalmente, estas elecciones, como las anteriores, han sido avaladas tanto por observadores internacionales (OEA, UNASUR, UE, CAN) como por la Corte Nacional Electoral.

En estos días se ha dicho despectivamente y con mucho prejuicio, que en Bolivia hay una “dictadura de las mayorías”. Lo que existe es una “mayoría política”, como se viene demostrando en cada elección (incluida la consulta sobre el tamaño del latifundio en la cual el gobierno ganó con más del 78% de los votos), y una minoría política que no acepta ser tal y que desconoce la regla de oro de toda democracia: gana el que tiene más votos. El problema político no es la famosa reelección de Morales, como también se ha dicho, sino que esta minoría nacional (no discuto que sea mayoritaria en algunas regiones) no acepta que la nueva Constitución aprobada, guste o no, sea la base de un nuevo pacto político porque va en contra de sus intereses. Y eso es, simplemente, antidemocrático.

www.albertoadrianzen.org

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